Actor y escritor. Nació en Paraná, Entre Ríos. Actualmente vive en Buenos Aires donde ha consolidado su carrera no solo como actor teatral, sino también televisivo y de cine. Autor, productor y actor de El Amateur, obra teatral que llegó a la pantalla grande en 1998.
¿Cómo fue tu acercamiento a la actuación? ¿Es una vocación de infancia o de juventud?
La primera vez que tengo recuerdos de manifestación de mi vocación fue en la escuela primaria. Nos habían dado una ficha para llenar que debíamos completar con nombre, domicilio, etc. y había un ítem que preguntaba qué queríamos ser cuando fuéramos grandes.
¿Qué significó para vos la decisión de abandonar ciencias económicas y elegir el teatro?
En principio fue una decisión difícil porque ser actor se puede considerar como algo inseguro para dedicarse a futuro, además yo era el primero de mis hermanos que desistía de la carrera universitaria.
De todos modos recibí mucho apoyo. Yo me quería dedicar a la actuación y lo hacía con mucha disciplina. Mis viejos veían que hacía cuatro años que estudiaba teatro y se veían, también, los resultados.
Incluso mi viejo me siguió ayudando muchos años, “como si estudiaras una carrera universitaria” me dijo. Esa ayuda fue fundamental porque durante los primeros dos años era muy difícil vivir y estudiar.. pero lo recuerdo como un buen tiempo más allá de las toneladas de arroz blanco que comí.
Yo estaba muy convencido y el futuro era algo que iba a llegar, que no me podía fallar.
Cuando dabas estos primeros pasos ¿tus expectativas estaban vinculadas a actuar en teatro, en televisión, en cine?
Yo me vine a estudiar a Buenos Aires porque sentía que en Santa Fe, donde vivía, no me podía desarrollar del todo, solo podía hacer teatro. Yo quería aumentar las posibilidades y aprender distintos rubros, distintos personajes, distintos sentidos. Ampliar la profesión en toda su extensión.
Has participado en teatro, en cine, en TV. Si tenés la posibilidad ¿hay alguno que elijas para trabajar, en el que te sientas más a gusto?
En los buenos proyectos. A mi me gusta actuar, no me importa cual sea el género o el ámbito, si es el teatro, si es el cine o la tele. La gran diferencia es actuar buenos proyectos o en proyectos donde uno no se puede desarrollar. Mientras haya posibilidad de crecer con el personaje y estar en un proyecto en el que me identifique no me importa cual sea el lenguaje.
Cuando haces teatro ¿es lo mismo si hay tres personas en las butacas o hay sala llena?
No, no es lo mismo, cambia. Es más lindo tener la sala llena.
De todos modos las funciones con poco público sirven para probar cosas que uno no se animaría cuando la sala está llena.
En general, siempre he sido así, trato de ser inteligente y no lamentarme por los que no vinieron, sino que brindarme para los que se tomaron el trabajo de venir. Y que esos pocos tengan el privilegio de ver algo que si hubiesen venido todos no hubieran visto porque me hubiera jugado a una posición más segura.
¿De donde surge El Amateur?
El Amateur fue lo primero que escribí, nunca había escrito nada antes.
Lo empecé a escribir como un guión de cine rudimentario porque pensé que nunca se iba a hacer. Si hubiera creído que era posible, talvez, no me hubiera animado.
Cuando iba por la mitad, convencido de que no llegaría al cine, decidí traspasarlo a teatro. A teatro porque es un rubro que manejo mejor, sería una producción más chica y que podía llevar a cabo yo mismo.
Escribí cuatro versiones para teatro y produje la obra.
Después la película apareció sola, esas cosas mágicas...
¿Se podría decir que El Amateur es la niña bonita de tu carrera?
Sí. Escribir y escribir El Amateur mejoró mi vida en varios sentidos. En principio me permitió escribir Adentro, mi segunda obra, y me va a permitir escribir la tercera que está en sus inicios.
¿Algún adelanto...?
Recién estoy empezando, pero con la seguridad de que puedo hacerlo.
Cuando escribí Adentro, no tenía esta seguridad. En ese momento todavía tenía que confirmar si era solo el autor de El Amateur o podía escribir teatro.
Estoy escribiendo una obra que habla sobre el destino, sobre los que están destinados y los que no. Es un tema que me gusta mucho.
Participaste en una película (Vivir a los 17- 1986) que nunca se estrenó ¿Qué relación hay entre el Mauricio de esa época y el de ahora?
Cuando vi por primera vez Vivir a los 17, no me dejó dormir por varios días. Estoy terrible, fatalmente mal como actor y me comisionó. Era la primera vez que me veía en pantalla grande y los errores de interpretación me parecían tremendos. Me acostaba a la noche y me despertaba en las escenas.
En ese momento no entendía nada, no entendía el lenguaje y no le podía aportar nada al personaje. Trataba de representar lo que el director me pedía y no sabía que representar no era escucharlo y repetir exactamente del modo que él decía sino construir, crear el personaje.
Ahora la película ya ha hecho su recorrido, alguien me dijo que la vio por cable. O sea que es más terrible todavía.
¿En qué estás trabajando ahora?
Además de empezar a escribir, hago viernes, sábados y domingo Cuatro Jinetes Apocalípticos en el Teatro Chacarerean. Y gravo Amo de Casa, todos los días.
Para concluir ¿Tenés algún sueño profesional, una meta?
¡Qué difícil!
Entrevista en Buenos Aires / Verónica Barzola