lunes, julio 10, 2006

Eduardo Mileo: “Para la mayoría de los artistas, el arte es un trabajo que se añade al que deben realizar para sobrevivir”










Eduardo Mileo, poeta argentino nacido en Buenos Aires, fue miembro del consejo de redacción de la revista La danza del Ratón y uno de los directores de la Sociedad de Escritores Argentinos. Sus obras se comienzan a publicar en 1982. En 2001 recibe el Primer Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes.



¿Cuándo fue la primera vez que pensaste: “Quiero ser escritor”?

No creo que haya una primera vez para esas cosas. Pero hay señales, que luego serán símbolos, y terminarán construyendo un mito. En mi caso, el tintineo de las pulseras de una tía, con su brillo de oro (era ella quien brillaba), era una música irresistible, y mi odisea consistía en dejarme llevar por su perfume como quien inicia un camino sin retorno.


¿Hubo algo definitorio, o al menos condicionante, en el surgimiento de tus inquietudes de producción literaria?

Independientemente de tener resuelto el problema de la comida, por demás definitorio, no reconozco algún hecho que, por sí mismo, pueda señalar como condicionante. Creo en las decisiones que se toman en los hechos: escribir el primer texto que consideré poético fue lo definitorio.


¿Cómo definirías tu obra?

Me encantaría escuchar definiciones sobre mi obra, pero sólo para decir: “No es así”, y comenzar de nuevo.


Mirando tu obra en perspectiva, ¿qué ves: continuidades, cambios, rupturas?

Todas esas cosas. Si uno se mira al espejo, ¿reconocería en esa imagen al niño que lo mira desde una foto de escuela primaria? Son la misma persona, pero, sobre todo, son personas distintas. Hubo un cambio cualitativo, y no sólo físico. La obra participa de la misma sustancia, de semejante materialidad. En mi último libro no reconozco al primero, pero en algunos detalles los veo como hitos del mismo camino, les distingo el ADN, puedo ubicarles el rumbo hereditario. Por supuesto que también hay rupturas, como entre Quítame estas cruces y Tiendas de campaña: allí se pasa de una poesía retórica a otra fragmentada, preñada de silencios. Luego se produce una síntesis, en Puerto depuesto, que continúa, con cambios, en los demás libros. Puedo reconocer una ligazón estilística entre Cangas de Narcea (libro que edité junto a La caza del puma, de Alberto Muñoz, en el volumen titulado Dos épicas), Poema del amor triste y Muro con lagartos. Aunque veo que cada libro encuentra su estilo propio, más allá del autor. Una prueba de ello son los diversos estilos expuestos en Poemas sin libro. Esto no significa que detrás no haya una voz, que, en definitiva, unifica y sintetiza esos estilos.


Hay un imaginario que vincula al escritor y al resultado de su producción con las influencias literarias que ha recibido. ¿Estás de acuerdo con este “fantasma”? ¿Recibiste influencias?

Todos recibimos influencias, incluso literarias, lo que no significa que sean remarcables en la obra. Entre mis influencias, puedo nombrar, en principio, las revistas mexicanas de vaqueros y superhéroes: Superman, Batman, Linterna Verde, Acquaman, Atom, El Hombre Elástico, Roy Rogers, Red Ryder, El Llanero Solitario, Cisco Kid (mi ídolo). Estas historietas marcan un intento –individual, por cierto, y creo que por eso irreal– de hacer más justo al mundo: forjan, de alguna manera un tanto deformada, una moral. Fuera de estos intentos literarios tempranos, podría decir que comencé a leer cuando abandoné la escuela secundaria. Son muchos, desde entonces, los escritores que influyeron sobre mí: Francisco Madariaga, Olga Orozco, Jorge Luis Borges, Leopoldo Lugones, César Vallejo, sor Juana Inés de la Cruz, José Martí, José Lezama Lima, Antonio Machado, Federico García Lorca, Miguel Hernández, san Juan de la Cruz, fray Luis de León, Fernando Pessoa, Isidore Ducasse (conde de Lautréamont), Cesare Pavese, Giuseppe Ungaretti, Sergei Esenin, Ezra Pound, entre muchos otros poetas. Y también narradores y ensayistas: el otro el mismo Borges, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Clarice Lispector, Ramón Llull, Marguerite Yourcenar, Italo Calvino, James Joyce, Virginia Woolf, y muchos más. Sé que, de alguna manera, una extraña síntesis ha salido de todos ellos.


Das talleres de escritura poética. ¿Cuál es tu función frente a quien asiste con inquietudes literarias?

La principal función de un docente, a mi entender, es dejar ver la pasión con que uno se dedica a su trabajo, entregarse sin más. Creo que en eso debería estar centrado todo el esfuerzo. Lo demás es complementario, y va apareciendo como consecuencia de la comunión.

Produjiste junto con Alberto Muñoz la obra de teatro Misa negra. ¿Cómo es tu vinculación con Muñoz? ¿Cómo llegaron a trabajar juntos?
Con Alberto nos conocemos desde hace 25 años, y hemos trabajado juntos desde mucho antes de hacer la Misa negra. Él era integrante de MIA (Músicos Independientes Asociados) y yo trabajaba en la revista Humor. Nos unió la pasión por la poesía, y nos juntábamos a leer poemas y a estudiar: recuerdo con especial fervor nuestra dedicación a desentrañar las asombrosas revelaciones de Hölderlin y la esencia de la poesía, de Martin Heidegger. La decisión de trabajar juntos nació del afecto, del respeto en nuestra relación y de la mutua admiración por la obra del otro, además de expresarse en la convicción de que la poesía es un bien común y se realiza socialmente.

¿Qué significa para un poeta ser reconocido por un premio como el del Fondo Nacional de las Artes?
Todos necesitamos ser reconocidos en lo que hacemos. Sin hacer mitología de los premios, fue para mí un orgullo haber recibido el premio del Fondo Nacional de las Artes, uno de los más importantes que se dan en nuestro país. De todos modos, es necesario reconocer que hay en la Argentina una gran carencia de estímulos para los creadores, que cada vez más, como la mayoría de los trabajadores, se ven privados de incentivos para realizar su tarea (para la mayoría de los artistas, el arte es un trabajo que se añade al que deben realizar para sobrevivir).


Entrevista en Buenos Aires / Verónica Barzola

4 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buena la nota felicitaciones para verónica, fortu y en especial para eduardo que sigue demostrando que la literatura es una forma de vida

Anónimo dijo...

que linda nota no conocía al poeta parece ser un personaje
saludos y que lindo el espacio
maría

Anónimo dijo...

Hey what a great site keep up the work its excellent.
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Anónimo dijo...

Muy buena nota....Ya me voy a tratar de conseguir algo de Eduardo Mileo para leer, porque la verdad me dieron muchas ganas.