Facundo Vázquez (Faca). Biografía destilada
Los primeros dibujos que recuerdo haber hecho son los –cuándo no- personajes de Disney en recetarios de médico que mi vieja tenía por todas partes. Ese tamaño me parecía perfecto para pegarle un cartón atrás, otro para pegarlo a la pared y así organizar mi primera exposición privada. Trabajaba los fines de semana en el kiosco de revistas de Cervantes y Santa Fé de Paraná. Muchas veces prefería cobrar con especies (esto es: revistas) en vez de billetes. Enloquecía con Condorito, Patoruzito (todavía debe andar por algún rincón de la casa una caja de frazadas Palette repleta de Paturuzú, “zito” y todas sus variantes), El Hombre Araña (un poco menos), Nippur de Lagash, Astérix, después Mafalda y más tarde la Fierro (que felizmente vuelve a existir después de años de hibernación editorial). Con la Fierro se me produce una especie de quiebre mental-visual. Esas tapas de Chichone, esas minas de El Tomi y El Sueñero de Breccia y Max Cachimba y tantos otros que haciendo su trabajo enseñan una forma de mirar el mundo y de expresarse. Una vez me escapé de la escuela (Rivadavia), ansioso por buscar en el kiosco la revista que salía ese día. Tenía 11 años, así que supongo que andaría por sexto grado. Salté por la ventana del aula directamente a la calle y me hice mal los dos tobillos. A rastras llegué igual al kiosco y conseguí mi ejemplar que debo haber leído cientos de veces mientras hacía reposo para recuperarme del golpe.
Otro gurú de la tinta fue y sigue siendo Rep. ¡Qué bueno “El recepcionista de arriba”, o “Los Alfonsín”, que salían en Humor Registrado!. Y también Socorro, Auxilio, Gaspar el revolú y todos sus personajes que habitan el Página 12 desde hace años.
Hace muy poco descubrí a Liniers, con su tira Macanudo y me parece original, naif, virtuoso y etc. Es como dice Sabina del arte de hacer canciones: “para hacerlas hace falta tener algo que decir, cantar, tocar y algo más que no sé lo que es pero que es lo más importante”. Creo que podríamos decir lo mismo de la historieta, ¿no? ¿Qué será ese “algo más” que es lo más importante? Quizás esto quiere decir que lo más importante no es saber dibujar y de dominar tal o cual técnica. Lo difícil es saber decir con poco, con lo que se tenga a mano, así sea collage, acuarelas, plumín, rotring o photoshop. Lo importante es la idea y la manera de comunicarla, apelando a todos los recursos de síntesis y estilo que cada uno tenga.
¿Por qué digo todo esto en una Bio? Porque más que nombrar “en tal año tal curso”, me parece importante contar las cosas que vi y me siguen conmoviendo y funcionan como disparadores para crear. No creo en la formación lineal sino en la dispersa, por lo menos en los oficios que tienen que ver con “lo artístico”. Me inclino más por la libre asociación, el surrealismo, el boceto, los poetas malditos, el arte callejero, las tapas de los vinilos y Tim Barton.
En Paraná, había empezado Comunicación Social en 1990 y tuve la suerte de encontrarme con Maxi Sanguinetti, con quien enseguida conectamos a través de la historieta y también los Beatles y Spinetta. Armamos y –con la misma rapidez- desarmamos proyectos gráficos como la revista underground de cómics “La teta psicodélica”.Empezamos juntos en el Semanario Análisis (¡lugar del que por más que uno lo intente, jamás logrará escaparse!) y también compartimos algunas exposiciones, como la de 1994 en la desaparecida Sala Mayo. Ahí mismo presenté mi primer y única revista-libro “Obras Completas”, presentando al personaje “Dr. Sigmund”. Después publiqué alguna vez en El Litoral de Santa Fé, el Boletín Hipótesis (Rosario), revistas universitarias y artesanales como “El Testigo”, de Paraná. Entre el 2000 y el 2002 pasé también por el Diario Uno, donde los últimos meses cumplí el sueño de pibe de tener una tira diaria. Después me fui a Barcelona y Francia donde entre músicas y trenes, solamente dibujé “Viñetas Inquietas” para un concurso. Volví a abrir el frasco de tinta cuando volví al país, en junio de este año. Me encontré con el mundial y todo ese despelote que me hizo necesitar agarrar la pluma otra vez y espero que esta vez, para siempre jamás.
